Galápagos – Última parada

A San Cristóbal llegamos en avioneta (es la segunda isla con aeropuerto para aviones tamaño airbus 320) desde Isabela, el pasaje nos costó 90 USD por adulto. Pero también hay conexión desde Guayaquil, y desde Santa Cruz (avioneta o lancha).

Los pasajes tal vez no sea difícil conseguirlos, pero cuando estábamos en Isabela la pegamos justo con la fiesta de la reina de la belleza de la isla (en serio) y estaban todos los medios de transporte a full. El tema de ir en lancha era que perdíamos todo el día (porque había que pasar por Puerto Ayora), y avioneta directo ya no había. Terminamos consiguiendo una avioneta para ir a Santa Cruz (Baltra), y de ahí al rato otra para San Cristobal. Y en el aire nos enteramos que íbamos derecho para San Cristobal cuando no bajamos en Santa Cruz. Cosas de las islas.

Llegamos a la isla y nos fuimos caminando desde el aeropuerto al Hotel. Está todo ahí nomas. Dejamos las cosas y salimos a pasear.

El pueblo tiene bastante más actividad que en Isabela, pero no tanto como Puerto Ayora. Hay hasta incluso un semáforo. Ojo.

Cada isla tiene su fauna. San Cristobal es la más vieja de todas las islas: unos incomprobables 5 millones de años. Eso se debe a que las islas son de formación volcánica submarina. Hay un denominado «hot spot», que es el punto donde suele erupcionar desde las profundidades del océano. Pero las placas tectónicas están en movimiento respecto de este punto. Con lo cual, las islas más al Oeste son las mas viejas (San Cristobal) y las más al Este son las más nuevas (Isabela y Fernandina, que todavía tiene espectaculares volcanes en erupción).



A medida que las islas van envejeciendo, su fauna y su flora van evolucionando especies. Así, por ejemplo, nacieron las iguanas marinas… que tienen la gran capacidad de separar la sal del agua del mar para hidratarse. Y estornudan sal cuando se les satura la planta de ósmosis inversa que supongo que tienen adentro. Cuestión de mirarlas un rato.

Pero en San Cristobal están de moda los lobos marinos.

Están por todas partes.

Descansando.

Como todos quisiéramos descansar.

No molestan a nadie… a menos que te acerques mucho… te ladran como un perro y te asustan (dicen). Al fin y al cabo son parientes cercanos.

La playa que está en la ciudad (Playa de los Marinos) está tomada por lobos marinos, como se puede deducir por su nombre. No está para hacer vida de playa. Lo más cerca es ir a Playa Mann.

O unos pasos más y estás en Punta Carola.

Las playas están todas buenas para ir a pasar el día. O hacer un rato en una y a la tarde en otra.

Y desviándose un poco del camino a Punta Carola, hay un centro de interpretación que está bueno para seguir aprendiendo de las islas. Y si se sigue el sendero está el Cerro Tijeretas. Hay un mirador muy lindo con vistas a un pequeño muelle, donde te podes meter a hacer snorkel con los lobos marinos. El lugar es espectacular. Y el snorkel ya te habíamos dicho antes que lo traigas.

En el lugar por lo general no haces pie. Pero si te las rebuscas, encontrás alguna piedra para pararte y descansar un poco cada tanto.

Compañeros de mar

No hay rompiente en el lugar, pero con el mar subiendo y bajando te vas corriendo. No te vas a ningún lado. Dejate llevar y nadá con los lobos.

Además de hacer playa y snorkel, como no tuvimos mucha suerte con los días alquilamos unas bicis. Tampoco había tanto para ir a pasear, así que nos fuimos para «El Progreso». Una especie de minipueblo que, según nos dijeron, estaba a unos 6 kms. Y había una «Casa del árbol» para ir a visitar.

Lo que no nos dijeron era cuánto había que subir…. pero ya lo descubrirás cuando llueva y no sepas qué hacer.

La rotonda de «El Progreso»

Llegamos y la casa del árbol era…. bueno, está bien. Llovía. Tampoco podíamos hacer otra cosa. Estuvo bien. La bajada fue más divertida (pero duró menos).

1 hora subiendo. 5 minutos bajando.

Volviendo a las playas, la más alejada es «La Lobería». Está a unas 20 cuadras del centro. Si, también hay lobos. Pero están en una parte al costado por lo general. O también en el medio del camino. Es cuestión de pasar con movimientos ninja para no asustarlos (y que te saquen corriendo) y listo. Ya estás para hacer playa.

De camino pasas por el costado del aeropuerto. Si tenes suerte y justo pegas algún vuelo podes ver despegar algún avión de cerca. Eso si: ojo con la seguridad del aeropuerto.

La playa de La Lobería tiene una rompiente más afuera, y lo que está cerca tiene casi nada de olas. Eso si, el agua va y viene y empuja… a tener cuidado. Que uno se pierde por ahí persiguiendo tortugotas (como la que se perdió Ana) y cuando te querés acordar, estás peleando con las olas, con unos 4 metros de profundidad, mientras te entra agua por el snorkel.

Tortugas en La Lobería

Pero en fin. De eso se trata ir a Galápagos. El día pasa por perseguir tortugas, peces, iguanas, cuidarse del sol, nadar, atardeceres increíbles, que te saque corriendo un lobo marino, etc…

Dónde está nemo?

Extrañamos Galápagos. Ninguna playa será igual. De ahora en adelante, todas las playas las vamos a comparar con Galápagos. Y van a estar por debajo.

En tu cara, Caribe.